Alberto Guardia nació un 29 de agosto, en el día en que se conmemora a Juan Bautista Alberdi y a los abogados. Y Alberto era un mediador, podría haber sido diplomático, o líder sindical o gurú, un mensajero entre dos bandos en guerra …podía desempeñar cualquier papel que le permitiera desenvainar sus armas de negociador, de componedor de partes, de fabricante de redes.
Quería cambiar el mundo desde cada ámbito en que le tocaba actuar. Un constructor en un sentido amplio, incansable soñador y hacedor de proyectos y obsesivo despejando obstáculos. Con una sociabilidad innata, se sentía tan cómodo en un rancho con lo mínimo indispensable como en un hotel 5 estrellas en París, usando alpargatas en los dos sitios y conversando con las gentes más diversas, escuchando y aprendiendo siempre de quienes hacen.
Investigaba cada detalle de sus proyectos. Podía pasarse horas en las librerías o navegando en internet tras una palabra, un dato, una idea, con abstracción total del entorno y concentración envidiable. Estaba en su elemento cuando de desafíos se trataba. Tomaba siempre el camino más difícil, quería conocer los lugares menos visitados, construir en los sitios más distantes, desde la frontera norte del país hasta Ushuaia. El desafío significaba también para él la innovación, romper los esquemas, contradecir mandatos con un sentido de libertad creativa.
Así fue como a fines de 2009, cuando proyectaba la bodega, viajó a África para conocer en forma directa unas edificaciones en arena características de Mali y visitar en Tombuctú una de las bibliotecas más antiguas y maravillosas del mundo. Estas construcciones eran el ejemplo de la relación simbiótica entre el entorno natural y la arquitectura que estaba buscando. Cada uno de los ladrillos del edificio de la bodega están hechos con los materiales del lugar, al igual que los palos de madera que erizan las paredes externas logrando el efecto que él soñó, que su imagen se fundiera con las sierras bayas que enmarcan el río Santa María.
El amor del fundador de Las Arcas de Tolombón por el Valle Calchaquí nació en sus veranos adolescentes compartidos con un pastor transhumante en las cumbres de El Infiernillo, Feliciano Condorí. Él era también, a su modo, un pastor transhumante, como Feliciano Condorí, como Domingo Guanca, como José, el que soñó con 7 vacas.